En la mesa :“Encuentros y
desencuentros en el equipo de salud: de los malditos de Arlt a la esperanza”
EL INSULTO Y
SUS ROPAJES
¡Apagáte, apagáte, apagáte, breve vela!
La vida no es más que
una sombra andante, un pobre actor que sobre el escenario se agita y pavonea y
a quién nunca se volverá a oír nunca más; un cuento contado por un idiota lleno
de sonidos y de furia que nada significa.
Macbeth-William
Shakespeare
Mi transferencia
por el tema del insulto surgió
cuándo en la guardia del hospital público general dónde trabajo escuché un
entredicho entre un médico y una
paciente quién se quejaba porque no la atendían, y la paciente le dice al médico “gordo de mierda “y él le responde y vos “muerta
de hambre.” Yo me preguntaba ¿Qué estoy escuchando? ¿Cómo se puede pensar este
texto?
Entonces me apareció cierta pasión para investigar
sobre el insulto. Y como representativo de la angustia que me apareció en ese momento en la Guardia es que puse este epígrafe que tiene que ver
con la estética sonora del lenguaje por un lado, y por otro lado como Macbeth
frente a que le anuncian el suicidio de su esposa se escucha a sí mismo diciendo este soliloquio,
no se pregunta por la culpa, el crimen, simplemente afirma tiempo y lenguaje avanzan juntos.
Macbeth piensa que esperanzados en el mañana
terminamos en la muerte, lo cual marca la fugacidad de la vida. Es importante la posibilidad de recuperar la
veta poética como forma de simbolizar la muerte. Este planteo es ir más allá de un planteo
moral.
Así escuché psicoanalíticamente lo que escuché en la
guardia sin quedar sumida en una sanción moral y del lado de la resistencia.
Como posibilidad
de poder pasar de lo mortuorio, de la
palabra concretizada, de la pulsión de muerte a cierta simbolización, a algo más
vital , ya que todo el tiempo se está trabajando en cierto borde entre la vida
y la muerte incluyendo tanto a pacientes como a todos los profesionales y no
profesionales que participan. Por eso siento que son importantes las intervenciones
psicoanalíticas que puedo hacer aún en los pasillos, por que tal vez, aunque al
paciente no lo vea más, alguna marca o huella simbólica le quedó como posibilidad de rescatar algo vital.
Desde
la enciclopedia libre el insulto es una palabra que se utiliza por el emisor
con la intención de ofender al otro. Depende de
convencionalismos sociales, culturales, antropológicos. Y más allá de
las palabras utilizadas también depende del receptor. (Spot)
El mecanismo de creación de insultos en español consiste en tomar la
tercera persona del singular en presente del indicativo de un verbo y pegarle
un sustantivo en plural.
Ej., bajateclas,
abrepuertas, pateacueros, junta letras
Esta transferencia que me apareció por investigar este
tema del Insulto tiene que ver
con convertir toda pregunta por la
causa en una pregunta por las dificultades con la ética, ya que la ética tiene
que ver con el lenguaje y el tiempo (de ahí también el epígrafe). El psicoanálisis
lleva el problema psicopatológico hacia su raíz ética (culpa,ley,deseo), como
invariantes estructurales con sus distintos ropajes y personajes morales.
Vladimir Nabokov, el escritor ruso en una de sus
lecciones de literatura, habla del “arte
de las transiciones”. Dice que es uno de los aspectos técnicos más difíciles de
la escritura. Para pasar de un personaje a otro o de un punto de vista a otro,
cambia de capítulo. Otros lo hacen
dentro de un mismo capítulo y a veces dentro del mismo párrafo.” Y denomina a
esto una técnica, un procedimiento de “transición en ondas”, como dice
Nabokov donde no se puede marcar
claramente dónde empieza una y termina la otra. Es lo que pasa con qué palabra
es un insulto y cuál no. Poder hacer del insulto otra cosa, poder hacer una
transformación –“transición en ondas” donde se pueda advertir que se dice otra
cosa, como si se dijera la historia así no puede ser, hay que escribirla de
otra manera.
Freud recuerda la sentencia del
neurólogo inglés John Hughlings Jackson (4 de abril
de 1835 - 7 de
octubre de 1911) que formó parte de la Royal
Society , quién dijo que “El primero que lanzó un insulto fue el fundador
de la civilización” (Prometeo). Porque en lugar de tirar flechas, tiró flechas
de palabras, referido al grado de violencia que una palabra puede tener.
INSULTO: Un sujeto
resulta herido por un “atributo cualquiera” hasta alcanzar el extremo de
verse sustituido por ese “atributo
cualquiera”. El insulto tiene que ver con
la violencia de la palabra. Resulta de un argumento pero no lo parece. Es
un acto si interrumpe el diálogo, interrumpe
la vacilación del Sujeto en la ambigüedad. Identifica al sujeto con un objeto
descalificado. Concretización de la palabra.El insulto convence al sujeto, pues
lo sostiene en su existencia.
¿Qué podría hacer un analista escuchando lo que se
dicen entre el médico y la paciente? Rescatarse de esa identificación con ese
objeto desvalorizado. Usar lo del insulto a favor de la paciente, del
médico y todos los que estén.
En el historial clínico de Freud titulado “A propósito de un
caso de Neurosis Obsesiva“, cuando la rabia del hombre de las ratas grita a su
padre “tu lámpara, tu toalla, tu plato “, la palabra en sí misma no es un insulto,
depende de cómo la recibe el receptor. Pero para el padre es un insulto por la
concretización de la palabra. (APA)
Otro ejemplo planteado por Freud está en el artículo “La
interpretación de los sueños”, en el apartado titulado “Sueño de la muerte de personas
queridas”.
El otro día en un canal de televisión un periodista refiriéndose a la
muerte del fiscal Nisman decía sí dudar de la víctima no es un insulto.
En ADN CULTURA
del diario La Nación
salió un artículo sobre la obra “Piel de Judas” que encabeza Susana Giménez.
Cada vez que ella dice “pelotudo” ( lo dirá tres veces”) se produce un
estallido de carcajadas. Cómo si las malas palabras en escena provocaban efectos variados según quién la diga y quién la escucha.
Como dije antes
desde el psicoanálisis el insulto implica
a un sujeto que resulta herido por un atributo hasta el extremo de ser él el atributo mismo.
Traje estos ejemplos, ya que nuestro capítulo es”Medios
y Semiología de la Vida Cotidiana ”,
recordando que Freud pasó de la Psicopatología a
Psicopatología de la Vida Cotidiana ,
aclarando que no hay un pasaje de la Psicopatología a la Psicología Normal ,
hay un pasaje de la
Psicopatología a la Psicopatología de la Vida Cotidiana
Ya que sobre el Insulto se plantea que tiene un
argumento pero no parece, podemos ubicar el
insulto dentro de la retórica.
La retórica es
la disciplina transversal a distintos campos de conocimiento, actúa en la construcción
del discurso. Nació en la antigua Grecia alrededor del año 485 A .C. en la ciudad siciliana
de Siracusa, cuando Gelón y su sucesor Hierón I expropiaron las tierras a sus
ciudadanos para adjudicárselas a miembros del ejército personal.
Luego, con la
democracia, los perjudicados pretendieron recuperar sus propiedades, y esta
situación provocó pleitos en los que se
manifestó la elocuencia de hablar bien para poder recuperar las tierras.
Así pues el origen de la retórica no está ligado a lo literario
sino a lo judicial, y estrechamente relacionado con lo político: la palabra
pública y libre se relaciona con la retórica.
Dentro de la estructura del discurso, uno de los
elementos que tenemos es la
argumentación, que cómo planteé antes el insulto tiene un argumento aunque no parece.
Para finalizar, desde la clínica podemos pensar ¿por
qué alguien se insulta a sí mismo? ¿Por
qué dar esa imagen tan empobrecida de sí mismo? ¿Por qué se insulta
tranformándose él mismo en el objeto
atribuido? ¿A quién le está hablando? ¿A quién le están hablando cuándo desde distintos personajes o Medios
de Comunicación se insulta? ¿por qué la paciente de la
Guardia necesita decirle “gordo de mierda” y el médico contestarle “¿y vos muerta de hambre? “ ¿a
quién le están hablando?
Pienso en la posibilidad de recuperar a través del
insulto un trabajo de simbolización vital. A través de las intervenciones
psicoanalíticas rescatarlo de ese lugar de objeto descalificado o desvalorizado
y poder pasar a algo más vital y simbólico,
con una escucha psicoanalítica y no como juez moral. Lic. Noemí Focsaner