Este es el blog del Capítulo de Medios y Semiología de la Vida Cotidiana de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) fundado en el año 2000 y oficializado en la asamblea de Capítulos del Congreso Argentino de Psiquiatria de 2002 en Mar del Plata.

sábado, 10 de octubre de 2015

Huele a Paz

La importancia de los significantes en la construcción de la confianza.


(Nota de Opinión de El Espectador - Colombia)

Huele a Paz 
Saul Franco
Viene muy bien este olor a paz después de medio siglo de olor a muerte, pólvora y desesperanza.
Por: Saul Franco
Un sano realismo parece indicar que hay luz al final del túnel. La realidad, más tozuda que las guerras y que las utopías, va abriendo un camino posible para convivir tranquilos y tratar de tramitar sin balas las diferencias y superar las inequidades, que es lo que entendemos por paz.
Los cuatro anuncios dados el miércoles 23 de este mes por el presidente de la República y el jefe de las Farc desde La Habana, conforman un paquete complementario de bases sólidas, avances significativos y complejas tareas pendientes. El nudo gordiano de casi todos los procesos de negociación política de conflictos, la cuestión del equilibrio entre los beneficios de la paz y los imperativos de la justicia, empieza a desenredarse mediante fórmulas inteligentes y ponderadas. Priorizar a las víctimas y no a los guerreros. Garantizar y recompensar la verdad, sin la cual es imposible el perdón. Indultar lo indultable, pero sancionar lo que hiere los mínimos de la dignidad humana. Reparar y sentar las bases para que no se repitan los horrores, constituyen lo fundamental de la propuesta que destraba la negociación y deja filtrar el olor a paz. Pero no fue el único anuncio. Para superar la incertidumbre y el escepticismo que generan los procesos prolongados y sin plazos, se fijaron dos fechas esperanzadoras: una para la firma del acuerdo final, máximo en seis meses, y otra para el inicio de la efectiva y controlada dejación – que no entrega, dado que no es una rendición sino una negociación – de las armas. Y el cuarto anuncio era impensable hace muy poco: las Farc aceptan y se comprometen a dejar de ser una organización armada y a convertirse en organización política.
Empieza entonces a perfilarse el triunfo de la razón sobre la fuerza, de la política sobre las armas, de los acuerdos sobre las imposiciones, de la construcción colectiva a la tierra arrasada – que algunos siguen añorando aunque ya lo intentaron sin poder lograrlo -, de la dignidad de todos a la humillación de algunos. A eso huele la paz. No a mezquindad, ni a egos personales o grupales prepotentes, ni a dogmas excluyentes.
Por supuesto que, como tanto lo hemos dicho y escrito tantos, la paz es costosa, lenta y difícil. Los costos son enormes en sentimientos heridos, en derechos vulnerados, en sapos gigantes por tragar, en verdades por conocer, en perdones por conceder. Enormes, pero con contraprestaciones superiores como la tranquilidad, la no guerra, la seguridad posible y un nuevo punto de partida hacia una sociedad mejor. El ritmo lento ya lo hemos padecido: tres años para llegar a estos acuerdos fundamentales pero insuficientes. Faltan tareas tan difíciles como tejer nuevos acuerdos, refrendar y volver realidad lo acordado, y hacer el tránsito efectivo de la guerra irregular a la paz permanentemente negociada.
Algunos estudiosos han venido observando y criticando una especie de “apoyo vergonzante” de muchos sectores al proceso de paz. Los cuatro anuncios recientes pueden ser el campanazo que faltaba para que muchos pasen de la apatía o la posición vergonzante, a una actitud decidida y comprometida en favor de la paz, no sólo con las Farc sino también y muy pronto con el Eln. Y no sólo con los acuerdos de La Habana, sino con los acuerdos que tendremos que hacer aquí en Colombia para crear las condiciones políticas, ambientales, agrarias, de educación, salud y equidad que hagan posible y estable no sólo el olor sino la realidad concreta de la paz.
El autor es médico social.

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