Este es el blog del Capítulo de Medios y Semiología de la Vida Cotidiana de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) fundado en el año 2000 y oficializado en la asamblea de Capítulos del Congreso Argentino de Psiquiatria de 2002 en Mar del Plata.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Ante el tratamiento negligente de las noticias

…..Los miedos  han entrado a formar parte constitutiva de los nuevos procesos de comunicación.”
“…Desde el 11 de septiembre de 2001 se ha fundamentalizado la seguridad y se han legitimado la desconfianza social como método, y la violación de los derechos a la privacidad y la libertad civil, como comportamiento oficial de los gobiernos. Todo ello con el consiguiente  afianzamiento de los prejuicios raciales, étnicos y los fanatismos religiosos. Ello nos plantea la necesidad de enfrentar dos prejuicios opuestos pero igualmente tenaces que provienen, uno, del campo de los estudiosos de la comunicación, y el otro, de los expertos en violencias y miedos.”
“..El primer prejuicio consiste en identificar reductoramente los procesos de comunicación con los medios y las tecnologías, cuando lo que los medios hacen, lo que producen verdaderamente en la gente, no puede ser entendido más que en referencia a las transformaciones que sufren hoy los “modos urbanos de comunicar”, es decir, los cambios en el espacio público, en la relación entre lo público y lo privado, en una ciudad hecha cada día más de flujos, de circulación e informaciones, y cada vez menos de encuentro y comunicación real.“…Si la televisión atrae es, en buena medida, porque la calle expulsa…”
“Enfrentar el segundo prejuicio nos lleva a plantear que no podemos comprender el sentido y la envergadura de los “nuevos miedos” refiriéndonos únicamente al aumento de la violencia, de la criminalidad y de la inseguridad en las calles. Pues si los miedos son clave de los nuevos modos de habitar y de comunicar, es porque son expresión de una angustia más honda, de una “angustia cultural”, que proviene de varios factores, y en primer lugar, de la pérdida del arraigo colectivo en unas ciudades en las que un urbanismo salvaje – pero que a su vez obedece a un cálculo de racionalidad instrumental y comercial – ha ido destruyendo poco a poco todo paisaje de familiaridad en el que se apoyaba la memoria colectiva. …Hoy los medios viven de los miedos…”
(“Los laberintos urbanos del miedo. La ciudad entre medios y miedos.” Jesús Martin Barbero. En “Entre miedo y goces: comunicación, vida pública y ciudadanías”.2006.Bogotá. Ed.  Mirla Villadiego Prins.
Pero ocurrieron algunas cosas más en las últimas semanas que han pasado los límites de lo saludable y de lo tolerable.
Las nuevas modalidades de programas televisivos que combinan información y entretenimiento (“infotainment”) corren el riesgo de andar por la cornisa de la apología del delito cuando inducen la confusión entre alguien que actúa de ladrón y alguien que es un ladrón verdaderamente a quien convocan pagándole cachet. Tal el caso de un ladrón en moto que fue filmado por un turista extranjero “con las manos en la masa”, que nunca fue a prisión, pero sí a la televisión donde continuó intimidando a los espectadores al no demostrar arrepentimiento ni conciencia clara de sus actos y en cambio se convirtió en espectáculo y en personaje.
Todavía no se reportaron casos de efecto copycat pero las condiciones están dadas. Ya lo vimos con los femicidios por quemaduras y con los suicidios adolescentes.
De igual modo, el video de un preso torturado por la policía tucumana se repitió una enormidad de veces y en horarios en que los niños miran la tele, torturando al espectador innecesariamente, ya que es el análisis del hecho lo que funciona como denuncia o reflexión.
Los videos de crímenes en transcurso también los vimos con las decapitaciones en Oriente. Cuál es el sentido de su repetición hasta el cansancio en los canales de todo el mundo? Es sólo una cuestión de crueldad y morbosidad? ¿O constituyen las narrativas estereotipadas impuestas que estigmatizan a individuos y  a sociedades enteras, del mismo modo que el titular con que se describió a Melina, la niña asesinada, en uno de los diarios más importantes (“Una fanática de los boliches que abandonó la secundaria” – Clarín)?
Los medios no pueden eludir su responsabilidad en el proceso de atribución de sentido social al configurar la “agenda de los medios” con noticias cuyo negligente tratamiento van delineando la provocación de un pánico colectivo o “pánico moral” (Stanley Cohen,1970).
Algunos especialistas en medios (Hall) entienden que ya se establece el inicio del pánico moral cuando los medios comienzan a enfatizar el “incremento del crimen” con adjetivos como “repentino”, “dramático”.
Pero es justo decir que no son sólo los medios los que instalan el pánico moral. La preocupación por el delito repercute directamente en las actitudes punitivas y en la convocatoria de mayor intervención penal. El miedo rigidiza, y una población temerosa y con el pensamiento paralizado de terror es una población vulnerable y propensa a ser manipulada y controlada con promesas de seguridad que en general consiste en el desarrollo de la industria de la seguridad, creciente negocio.
A nosotros, los especialistas en violencias y miedos nos toca apuntalar una debida alfabetización mediática – escuelas mediante - que facilite la lectura de los medios y su crítica, y la promoción de sociabilidades en tiempo y forma real que fortalezcan el tejido social así como el desenmascaramiento de modelos de cognición, interpretación y estigmatización que los medios refuerzan.
A los profesionales de los medios les toca involucrarse más con una “ética del cuidado” que implica moverse de la lógica única del espectáculo cuando se tratan temas de alta sensibilidad social, evitando la banalización y la deshumanización tanto de las víctimas como de los victimarios.
La sociedad está ávida de propuestas y estamos dispuestos al trabajo en equipo.









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